La “Nueva Normalidad” sexual

La “Nueva Normalidad” sexual

¿Cómo podrán ser nuestras relaciones sexuales tras la pandemia por COVID19?

La llegada de esta pandemia ha sacudido nuestra normalidad, nuestra cotidianidad tal y como la conocíamos, el mundo se ha paralizado, confuso y asustado, y nos hemos unido para afrontar esta situación de alarma socio-sanitaria estableciendo medidas de protección. Hemos adaptado nuestra rutina: hemos parado o tele-trabajado, hemos hecho pan, bizcochos, mucho ejercicio en casa, hemos aplaudido y colgado arcoiris en las ventanas, y hemos ideado mil y una actividades para mantener felices a nuestros hijos. Un mes, dos meses…
Seguimos siendo empáticos, responsables y solidarios a un mismo ritmo y ya iniciamos el proceso de desescalada: volveremos a ver pronto a nuestros amigos, familiares y… parejas sexuales. Se comienza a escuchar el término “Nueva Normalidad” que hace referencia a esos nuevos hábitos de limitación del contacto interpersonal y medidas de higiene que ya forman parte de nuestra conducta habitual. Parece que esta Nueva Normalidad será nuestro estilo de vida en el futuro a corto y medio plazo. Y como es natural, aparecen algunas dudas con respecto a la sexualidad.

¿Sabías que el derecho al placer sexual es un derecho humano fundamental y universal? Todas las personas tenemos once Derechos Sexuales que fueron definidos por la World Association for Sexual Health (WASH) y  tenemos la responsabilidad de protegerlos adaptándonos a la situación social histórica en la que vivamos.

¿Cómo será la sexualidad en este nuevo periodo de Nueva Normalidad?
En un escenario en el que el contacto social está limitado a una distancia de seguridad con personas con las que no convivimos y el contacto entre mucosas y fluidos personales es una práctica de riesgo y vía de contagio de la COVID-19, las relaciones sexuales necesariamente deberán verse modificadas. Es un momento ideal para derrocar al coitocentrismo y apartar la mirada de la visión tradicional de sexo en la que la única y principal práctica erótica considerada como “sexo” es la penetración pene – vagina.

¿Cómo saber qué prácticas sexuales son de riesgo para el contagio?

La única manera de conocer en qué situación me expongo al peligro, es prestar atención a la evidencia científica existente, a pesar de que esta es todavía escasa e insuficiente:

El informe sobre el primer estudio llevado a cabo sobre la presencia de la enfermedad en el semen, muestra que que el COVID-19 está ausente del semen y los testículos en hombres infectados por COVID-19 en las fases aguda y de recuperación. Por lo tanto, concluye que es muy poco probable que el COVID-19 pueda ser transmitido sexualmente por hombres (C. Song et al., 2020).

Otro estudio llevado a cabo en Huazhong University of Science and Technology de Wuhan concluye que aún no existe evidencia de que la enfermedad SARS-COVID-2 se transmita sexualmente, ya que no hubo presencia de las mismas en las muestras vaginales de las mujeres (Pengfei Cui et al., 2020).

A pesar de ello, es importante señalar que además de en los hisopos orofaríngeos, el COVID también se ha detectado en sangre, orina e hisopos faciales / anales, lo que sugiere otros posibles medios de transmisión sexual(C. Song et al., 2020). Por tanto, conociendo que la principal ruta de transmisión de esta enfermedad es a través de gotas respiratorias, también se confirmó que sería posible el contagio mediante contacto oral-anal (Pengfei Cui et al., 2020).

La debilidad principal de los estudios anteriores consiste en su visión pobre y reduccionista del término “sexualmente”, bajo el que se asume únicamente la actividad entre semen, pene y vagina. Por tanto y de momento, sus conclusiones son peligrosas ya que no se ajustan a nuestra realidad sexual, en la que llevamos a cabo un amplio y diverso juego erótico que compromete a muchas otras áreas del cuerpo y actividad como puede ser el sexo anal, el sexo oral, el sexting, la masturbación, sexo entre mujeres o sexo entre hombres. 

La Nueva Normalidad Sexual

Ya sabemos que según la ruta de transmisión, las medidas preventivas actuales, incluido el mantenimiento de una buena salud personal y ambiental, y la implementación de medidas estrictas de prevención de contacto, pueden prevenir la propagación del COVID-19 (Pengfei Cui et al., 2020). Entonces ¿qué nos queda?

Es momento de dejar volar la imaginación, de mantener relaciones sexuales que, de momento, no comporten contacto oral, genital o de cualquier tipo en que entremos en contacto con fluidos de nuestras parejas. Esto no quiere decir que no podamos tener encuentros eróticos a través de los que regalar y regalarnos placer, establecer vínculo afectivo, comunicarnos, fortalecer la relación… Tenemos multitud de opciones:

La masturbación es una de las prácticas sexuales seguras. Autoestimularnos siempre de la misma manera puede provocar aburrimiento y disminución del placer por habituación, pero cambiando movimientos con las manos, juguetes o cualquier tipo de cremas genitales intensificadoras de sensaciones podemos disfrutar plenamente de nuestro placer.

Una variación de la anterior es la masturbación en presencia de la pareja y manteniendo la distancia física, estimula el imaginario erótico y la excitación, pudiendo convertir la escena en altamente estimulante.

El sexo telefónico y el sexting, parecen ser de las prácticas favoritas en la cuarentena y podemos mantenerla en la próxima etapa. Comunicarnos sexualmente a través de un teléfono, smartphone u ordenador, apoyándonos con material erótico como fotos o vídeos, explicar lo que nos gusta, lo que acontece por la imaginación o escuchar la fantasía erótica de la pareja puede ayudarnos a reconectar en la intimidad.

El uso de material erótico como cine, vídeos, relatos, descripciones de audio, etc. pone en funcionamiento nuestras neuronas espejo permitiéndonos empatizar con lo que percibimos, aumentando nuestras sensaciones eróticas.

Otro tipo de juegos de creatividad sexual como escribir nuestra propia fantasía o relato erótico y compartirlo pueden ser ideas muy válidas para mantener un buen contacto erótico con el que sentirse satisfecho.

¿Hasta cuándo?

Ante la incertidumbre sobre cómo va a continuar el desarrollo de la enfermedad, de momento podríamos considerar la vacuna como esa luz al final del túnel, siempre y cuando los estudios nos indiquen que tras la administración de un fármaco seremos inmunes a la enfermedad.
De la misma manera que hemos aprendido a protegernos de otras Infecciones de Transmisión Genital (ITG’s), también tendremos en cuenta las medidas necesarias para protegernos de la COVID-19. Hasta entonces, es momento de estimular la creatividad erótica manteniendo relaciones sexuales de forma segura.
 

Marta Torres

Psicóloga y Sexóloga

Afrodisíacos: ¿mito o realidad?

Afrodisíacos: ¿mito o realidad?

“Algo que proporcione osadía, arrojo, intrepidez; una sustancia del paraíso perdido, de las fuentes de la eterna juventud, de los árboles con frutos prohibidos, de las piedras filosofales, de las plantas evocadoras de falos y vaginas…”



¿Qué entendemos por afrodisíaco? Seguro que muchas veces has escuchado hablar sobre sustancias con efectos afrodisíacos o libidinosos: alimentos, olores, hierbas… Pero, ¿A qué nos referimos específicamente cuando hablamos de que una sustancia provoca este tipo de efectos?

La importancia de esta aclaración reside en que confirmar si estas sustancias afrodisíacas son un mito o no va a depender directamente de ella. 

Si por Afrodisíaco entendemos cualquier sustancia capaz de provocar en hombres y mujeres un inminente aumento del deseo de un encuentro sexual, lo sentimos, debemos ser muy estrictos en aclarar de una vez por todas que no, los afrodisíacos como tal no existen.



“Los hombres han buscado durante años, aunque generalmente en vano, sustancias sexualmente estimulantes. La mayor parte de los llamados afrodisíacos son farmacológicamente inactivos. Si aumentan la conducta erótica, es exclusivamente a un efecto placebo” señalaba Kaplan ya en 1996, respaldada por numerosos estudios científicos posteriores.
No existe en la naturaleza ni, hoy por hoy, en los laboratorios que produzca la aparición del deseo y las ganas de mantener relaciones sexuales, de hecho el deseo sexual es en la actualidad todavía un proceso que guarda numerosas incógnitas para los expertos en sexualidad humana. Pero entonces, ¿de dónde proviene esta creencia?

En la Europa medieval fue la mandrágora, por su forma de hombre, en África, el pene de león en polvo, en China, el cuerno de rinoceronte, y así podríamos continuar enumerando cientos de sustancias conocidas tradicionalmente por sus supuestos efectos sobre la activación sexual. Tradicionalmente se ha tenido constancia de la búsqueda incansable de este tipo de sustancias naturales que provocaran que hombres y mujeres se dieran rienda suelta a sus instintos más salvajes. Y no fue en vano, ya que comenzaron a descubrirse efectos específicos de determinadas sustancias que influían en sistema nervioso humano y por tanto, en determinados procesos básicos del ser humano, entre ellos, la actividad sexual.


Obviamente existen incontables sustancias que producen diversos efectos fisiológicos en nuestro organismo: vasodilatación, aumento del flujo sanguíneo, segregación de hormonas determinantes en nuestro bienestar como son la dopamina o la serotonina, incluso algunas que nos hacen sentir más activos y vitales como la testosterona; pero la realidad es que ninguno de estos efectos tienen influencia directa sobre el deseo sexual. Son activadores generales, lo que provocan es que nos sintamos más a gusto en general y que tengamos más ganas de hacer cosas. En sí mismos no aumentan el deseo sexual. Es decir, en caso de excitarnos sexualmente o simplemente sentir ese deseo previo a la excitación, haber consumido un vasodilatador facilitará el flujo sanguíneo en nuestros genitales. Pero, y he aquí la clave, en caso de no existir un estímulo o razón para tener ganas de actividad sexual, el consumo de tal sustancia será totalmente inútil. Y es que, ninguno de los efectos anteriores puede compararse al efecto placebo. La idea de pensar que una sustancia vaya a provocar determinado efecto en nosotros, es suficiente para provocarnos tal efecto en menos de lo que canta un gallo. 



En estas consecuencias inmediatas se basa Pere Estupinyà cuando afirma “Los afrodisíacos no son un mito, pero el clásico chocolate o vasito de vino que mejoran nuestro humor y aumenta la sensación de bienestar continuarían siendo, junto con placebos de distinto origen, una de las mejores opciones para facilitar el encuentro sexual”.

Porque en términos de deseo sexual siempre será más efectiva una buena conversación, un agradable rato de risas o una cena agradable con alguien que nos atraiga. 

Y es que el ginseng, la canela, el chocolate, los higos, la Viagra, el marisco, la nuez moscada y toda la retahíla de productos comercializados con objetivo de aumentar el deseo, no son más que eso, un fructífero comercio.

Marta Torres

Psicóloga

Especialista en Sexología y Terapia de Parejas